En el lugar preciso,
en el momento justo,
en el instante óptimo,
en un bello segunda,
se ha plasmado la vida,
a la verdad vislumbro,
en una brizna lúcida,
en un instinto ínfimo.
En selváticos tiempos,
un sendero se esconde,
un atajo entre sueños,
vericuetos sin nombre.
Se despeja el camino,
de brozas enredado.
de marañas de vidas,
que entrecruzan sus halos
Gritos son las caricias,
reclamando su sitio,
de besos alaridos,
exigiendo su espacio.
Grita así la mirada,
que el derecho reclama,
y libera la voz,
de la palabra amada.
Grietas entre los ojos,
como simas sin alma,
en las cabezas vanas,
en cerebros que albergan,
vacíos en sus canas,
fisuras en los ojos,
de lágrimas airadas,
de miradas que embisten,
de reflejos que aman,
De negro viste el alba,
de blanco la mañana,
de claroscuro el verso,
que despertó entre sábanas.
De azules firmamentos,
de fuego viste el alma,
como de gris las noches,
entre visiones mágicas.
Verde quedó la aurora,
de rojo son sus simas,
en su interior bañada,
de brasas encendidas,
resplandores que olvidan,
pesadillas pasadas,
y un conato de sueños,
balbuciendo sin granas.
El derecho se extingue,
cuando el poder se afana,
nebulosas de vidas,
procesiones famélicas,
de cansados andares,
de almas derrotadas,
transitan entre sombras
de luces matizadas.
Amor entre los grumos,
de pesadas palabras,
en busca de la vida,
que entre fisuras habla,
a manotazos ama,
entre brumas lo alcanza,
al otro amor que nace,
entre esencias que manan.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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