lunes, 14 de diciembre de 2020

AMORES DE CARNAVAL.

Solo es ruido sin acento,

sonidos entre los vientos,

solo un amago de voz,

sonido entre fatuo y yerto,

se burla de la razón,

no contiene sentimiento,

la voz, solo es condimento.

 

Melodía que al borde llegas,

de oídos de fatuos necios,

e impregnas de vacuas notas,

mente, orejas y cerebro.

Canción de sonido a lata,

que como una perorata,

suena a oxidados cencerros.

 

Canciones que al centro llegan,

cuajadas de sentimientos,

y van desgranando notas,

como ágiles sonajeros,

canción que en la cuna acunas,

retoños de puro tiernos,

y que envuelves con tus tonos,

los más armoniosos versos.

 

Trueno que al ser ensordece,

y al más débil aniquila,

sonido que salva vidas,

bramido que llama a voces,

tormenta que se desata,

presa en recios alaridos,

y vendavales que silban,

tronando en lejanos cerros.

 

La voz acaricia o mata,

señala, acusa o delata,

ruido que atraviesa el alma,

con el amor de por medio.

Silenciosos los amores,

gañidos o escandalosos.

Voz que olvida o exonera,

voz caprichosa de enredo.

 

Amores de carnaval,

pendencieros y folclóricos,

amores de pedernal,

que abrazan como cerrojos.

Amores de terciopelo,

como de seda sus dedos,

y palabras cual candil,

que alumbran negros senderos.

 

No escucha, tan solo oye,

como una lejana brisa,

perdida en el horizonte.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

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