En los ojos vive el eco,
en los labios la palabra,
en la mente se recrean,
las ideas que se labran.
En las riveras se hacinan,
restos, lastres y despojos,
y la corriente se lleva,
la vida con sus tesoros.
El mundo se dio la vuelta,
para ocultar la mirada,
sangre que caliente espesa,
en la carne de las ganas.
El roble extendió las ramas,
dando cobijo a la savia,
y la verdad se hizo daño,
al despertar la mañana.
En el borde de la sombra,
plasma la luna su luz,
deshojando las penumbras,
buscando el brillo que asombra,
la vida en su plenitud.
En las orillas del tiempo,
vive el amor entre brumas,
buscando un rayo de luz.
Envuelta en amor la cuna,
ribeteada de ternura,
pace plateada la luna,
en apacible quietud,
asombra la criatura,
inquieta en su desnudez,
y se despejan las dudas,
viendo su cálida tez.
El amor vive en la luz,
pero transita entre sombras,
dolor y pena le cercan,
intensas voces le nombran,
y sentimientos le miman,
aunque en los ojos se esconda,
tiembla el verbo cuando asoma,
y en su desnudez se asombra.
Envuelta en carne la vida,
en la luz se viste el día,
mientras los sueños se mudan,
despertando a contraluz.
Perlada la hoja reaviva,
y el amor de gala viste,
para recibir al sol,
en su guarida infinita.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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