lunes, 14 de diciembre de 2020

SI ES AUTÉNTICA SU LUZ.

Miró el viejo al horizonte,

con los ojos del saber,

sabia y cristalina luz,

que a las sombras ilumina,

sabe en su lucha constante,

que bebe del contraluz,

que entre grises se adivina,

de la intensa negritud.

 

Salvó la trampa el prudente,

saltó el muro el atrevido,

y el loco perdió el sentido,

en su inestable inconsciente.

Venció el pequeño al gigante,

el rico arrebató al pobre,

y el malhechor se burló,

en la penumbra escondido.

 

Sollozos entre las risas,

agrietadas sensaciones,

como esquirlas de emociones,

que giran como molinos.

Yerra el sabio entre las prisas,

y el inocente se pierde,

sendas de pasos perdidos,

disolutos en el aire,

como profetas que mienten.

 

La voz profunda se pierde,

y el viejo al camino vuelve,

para sembrar lo vivido.

La vida en la flor se embebe,

dando belleza al olvido,

lo bello del amor bebe,

dando a la vida sentido,

como a cada cual su sitio.

 

Miró el viejo al horizonte,

con la mirada de un niño,

bordó las sombras de luz,

de saber tejió el destino,

y saboreó el camino,

pendiente de recorrer.

Volvió hacia atrás la mirada,

un intenso tragaluz,

de experiencias consumadas.

 

Forjó el amor su andadura,

preso o libre entre las brumas,

del verbo en su devenir,

y es su voz prístina y pura,

si es nítida su locura,

si es auténtica su luz.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

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