Se ha vuelto del revés,
se ha enseñado el reverso,
la cara oculta se muestra,
los pliegues que lleva dentro,
se le dio la vuelta al mundo,
se despellejó el deseo,
y en carne viva se ve,
a la vida sin pellejo.
Cara y cruz de las palabras,
cruz y cara en la mirada,
el doblez del poderoso,
que la cara oscura tapa.
Se refleja en el espejo,
la mueca fingida que habla,
y la miseria, por dentro,
en la mirada plasmada.
Cara oscura de la Luna,
como detrás de la almohada,
lo inimaginable duerme,
o en silencio grita y habla.
Pliegues del tiempo pasado,
en el lado oscuro callan,
pero en imágenes gritan,
ecos de sustancias rancias.
Se dio la vuelta la piel,
del amor que se achicaba,
descubriendo las heridas,
las cicatrices pasadas.
Se dio la vuelta el corcel,
su instinto siente y le salva,
presiente el anochecer,
y la oscuridad que aguarda.
Cara y cruz de la ilusión,
que se desinfla y se agranda,
impulsa y luego se arruga,
brilla y al instante se aja.
Amor cuyas cicatrices,
en lugar de herir ensanchan,
cuando la mirada es amplia,
cuando está limpia y diáfana.
Cara oscura de la vida,
que en las sombras se amilana,
que acechando entre el follaje,
observa, sentencia y calla.
De los amores aristas,
múltiples y cortantes caras,
silencios o algarabías,
tiernas caricias o chanzas.
Volteó la cara el Sol,
para que la Luna entrara,
blanco y negro entre los dos,
fundiendo el mundo sin pausa.
Caminan luces y sombras,
al mismo ritmo silentes,
liban de la misma fuente,
en el mismo ser se plasman.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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