lunes, 8 de febrero de 2021

NO LE FRENA ...

Restos del naufragio van quedando,

flotando entre las vidas sin saberlo,

ignorantes los fragmentos indelebles,

entre sueños y apócrifos recuerdos.

La aurora se ha quedado ensimismada,

contemplando atónita al sujeto,

el sujeto que navega entre dos aguas,

entre mares de dudas y de aciertos,

cabizbajo o erigido como un cedro.

 

No comprende el necio lo que pasa,

sumido en verborreas y desacuerdos,

más sigue cual lacayo letanías,

cediendo dignidades y derechos.

Ya asoma la verdad en aquel cerro,

de hojarascas cubierta y de deshechos,

con ojos de razón y sin desprecio,

inmersa en el olvido como un sueño.

 

El verso convertido en melodía,

ha vuelto a recordar lo que es auténtico,

marcando pertinaz sus sintonías,

en su lento devenir pero certero,

o en el rápido suspiro, que es la chispa,

que enciende la verdad como un lucero,

entre rescoldos aparentemente muertos,

el verso así desvela la mentira.

 

Los restos van quedando sumergidos,

partículas arrancadas de los sueños,

esquirlas del pasado en el olvido,

de hechos, de matices y de gestos.

Un carnaval de sueños redivivos,

el veloz carrusel de un torbellino,

ahíto de promesas y de mitos,

de rescoldos de unos fuegos fenecidos.

 

Llega el poder, a inhóspitos lugares,

se cuela en impensables orificios,

en las mentes distraídas, a raudales,

envueltas en ropajes de oro fino,

en vidas transitorias y aplazadas,

de palabras que nunca dicen nada.

A la vida el poder haciendo ojales,

que abrochan sin decoro a otras ideas.

 

Un largo devenir de sentimientos,

de los miedos la vidas se alimentan,

haciendo poderoso a quien los crea,

un largo suceder de pensamientos,

preñados de consignas y etiquetas.

Un lento transitar entre reliquias,

de sus pasos, un caminar sin tregua,

y un largo amanecer que nunca llega.

 

El amor se va posando cual aurora,

en las almas que pululan como sombras,

dando luz a los rincones más oscuros,

dando calor a los helados huesos,

cruzando las fronteras y los muros,

las verjas, alambradas y mazmorras,

no le frena ni el dolor cuando te toca,

ni una pena, un quejido o una condena.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

No hay comentarios:

Publicar un comentario