Desnudo queda el cuerpo,
se visten las palabras,
ropajes de falacias,
de verdad las trampas,
que en los pliegues se hacinan,
de las pieles humanas,
la desnudez no libra,
de lo soez no salva.
No se arredra el vencido,
no se rinde quien falla,
no se doblan los tallos,
del junco siempre erguido,
ni la ira se calma.
La pasión no se agota,
ni los trinos se callan,
estrambóticos ritmos,
apagadas nostalgias.
Con la frente perlada,
de razones que aplastan,
demoníacas las sombras,
que amedrentan y acallan,
las titilantes luces,
no descubren el alma,
desnudas las fronteras,
que los cauces separan.
Ya desnudas se quedan,
ya vestidas se escapan,
las razones auténticas.
De viles añagazas,
se visten las mañanas,
de las desnudas noches,
vestidas en las sábanas,
desnudas en la almohada.
Se desnuda el poeta,
se visten sus palabras,
que cada cual adorna,
con la tela de su alma,
y en la hora precisa,
cuando la carne es blanda,
se vestirán de risas,
desnudas serán sabias.
Entre los pliegues medra,
en los poros se exalta,
y en la piel se condensan,
los amores que abrasan.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario