miércoles, 9 de junio de 2021

NUEVAS LUCES SE DESVELAN.

Siembra el otoño los parques

de marrón claro las tierras,

y llamando a los colores,

se asoma la primavera,

desnudo el otoño queda,

para que nazcan las flores,

visten de gala los árboles,

y el río cantarín se oye.

 

Ese otoño de los ocres,

remolino de los nombres,

que arrebatan con el viento,

del bosque las hojas secas.

El otoño que se escapa,

de las nostalgias que quedan,

y, a veces, la vida brinda,

primaveras de esperanza.

 

Sembrada la tierra engendra,

luces vivas en los ojos,

como brotes en los tallos,

y bailando entre los aires,

de los otoños los posos.

Nace el tiempo exuberante,

de amapolas y leyendas,

de ilusiones al socaire.

 

Cambiando su vestimenta,

la faz renueva la tierra,

vistiéndose de verbena,

alhajas muestran los árboles,

dando al mundo sus cosechas,

y un trinar, que casi atruena,

de millones de nacientes,

miles de vivas orquestas.

 

La flor, sus entrañas muestra,

y sus vegetales brazos,

embellecen las praderas.

Golondrinas que se aprestan,

a dar sentido a sus vidas,

en los aleros los barros,

que protegen a su prole,

a los hijos que se gestan.

 

De las luces cambia el tono,

que con su brillar enseñan,

y en las sombras los rincones,

menos oscuros se muestran,

y allí, donde habita el duende,

al crecer, la vida tiembla,

rojos, verdes, bermellones,

e insectos que corretean.

 

El amor se iluminó,

al llegar la primavera,

y van jugando los párpados,

bailando naturalezas,

los ojos visten de fiesta,

y todo nace y se entrega.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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