martes, 31 de agosto de 2021

SOMBRA Y CUERPO.

La sombra viaja conmigo,

a donde quiera que voy,

pero no sufre, ni llora,

y no me hace reír,

pegada a mí se desliza,

de espaldas y de perfil,

siempre se mueve conmigo,

sin un gesto, ni un desliz.

 

Tierra mía que sustenta,

a mi sombra y a mi cuerpo,

acógeme entre tus brazos,

que quiero ser el terruño,

de tu vientre de respeto.

Sombra, que no me das sombra,

sígueme, que yo te quiero,

y el día que me abandones,

seré un soplo de los tiempos.

 

La sombra viaja conmigo,

como la sangre y el cuerpo,

al mismo ritmo camina,

que se mueve mi esqueleto,

y tozuda y persistente,

se pega a mí con esmero.

Negra sombra, que no arropa,

que ni abraza ni da besos.

 

Me acompaña cuando amo,

cuando río y cuando bostezo,

es la sombra de mis días,

de enérgicos movimientos,

que se queda agazapada,

cuando duermo, por respeto.

De grises a negros torna,

de diminuta a enorme,

si la luz cambia sus efectos.

 

La sombra viaja conmigo,

que siga por mucho tiempo,

persiguiendo los andares,

o a los sones de un bolero,

danza en todo los terrenos,

si brilla el Sol o un lucero,

baila el rock and roll o el tango,

según le ordene mi cuerpo.

 

Sombra, que vives conmigo,

sin pedir a cambio, ni esto,

ni un mal grito, ni un mal gesto,

a mis órdenes, callada,

siempre enlutada, en silencio.

Que vivas por muchos años,

que lo propio, hará mi cuerpo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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