martes, 31 de agosto de 2021

MENTE Y CORAZÓN SE MIRAN.

El rostro vuelto a la senda,

los ojos al frente miran,

la mente abierta al sendero,

el corazón, que lo sienta,

y la mirada sincera,

a lo lejos y de cerca.

Sentimientos que se agolpan,

de puro sentir auténticos,

y el perfume de la tierra,

acompañando al viajero.

 

Semblante de finos rasgos,

piel dorada que enajena,

marfil que guarda la entrada,

rojo bermellón los labios,

como faros son los ojos,

de sedas abanicados,

la frente limpia y serena,

de finas sendas bordada,

y dos sinceras pupilas,

que observan y lo ven todo.

 

Mira atento el ruiseñor,

lo que acontece y abarca,

precisa, su vista alcanza,

lo más grande y lo menor,

y a pesar de ser pequeño,

ve al más mínimo insecto.

Otea, el halcón desde el aire,

a la más pequeña presa,

su experta mirada otea,

la pradera más extensa.

 

Hay quien mirando no ve,

hay quien observa y no mira,

hay quien tan solo se mira,

y lo que ve no analiza,

y no alcanza a comprender.

Se refleja en las pupilas,

en la mente se concentra,

y el corazón vibra y tiembla,

ante quien mira y si ve,

comprendiendo lo que mira.

 

Retratos en el amor,

de pasadas andaduras,

de antiguas voces cautivas,

de improntas que se quedaron,

en el recuerdo prendidas.

Miradas que se recuerdan,

con extraña nitidez,

y ojos que nunca se olvidan,

grabados hasta en la piel,

esculpidos con cincel.

 

Mente y corazón se miran,

tal vez, como dos extraños,

a veces, siguen caminos,

cada uno por su lado,

y en encrucijadas se unen,

para llegar a la cima,

donde el amor es más sabio.

El rebelde corazón,

no sigue los mismos pasos,

que la absoluta razón.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

No hay comentarios:

Publicar un comentario