El erotismo lo pintó muy bien Gustav Klimt vestidas todas las mujeres con trajes largos y coloridos en cuadritos. Yo de él no sé más nada aparte este apartado por llevar allí en sus telas como yo en mi escrituras estas ninfas tan doradas y delgadas. No pasó inadvertida su pintura ni por nada. Era un ícono en su época pero su vida era por esencia reservada. Muy intimista en su vida privada. Por su puesto que sus pinturas se cotizan hoy a cifras muy pero muy elevadas.
A mí me habría gustado tener condiciones para
pintar o a lo mejor las tenía ocultas sin darles yo una esperanza.
Así que me volqué en la poesía de todo tipo
pero a mí en lo personal los poemas eróticos me encantan. Todo un desafío a la captura
de la poesía tras las palabras. Las palabras son como hebras y la poesía una
entramada.
Los poemas eróticos de tanto mirándolos de
lejos me di cuenta que su poco engañaban. Porque el mundo no es así aunque la líbido
tenga un lugar primordial en la jornada.
Hoy he vuelto a escribirlos con más años en mi
espalda y en mi mente más sentencias ya sentidas y pensadas.
Son prejuiciosos lo admito son para gente no
afaunada, rigurosa y educada.
Pero yo me he metido en este tema de escribir
de sexo con esta forma figurada.
Creo que he mejorado mucho debido exclusivamente
a que he hallado una musa realmente realizada.
Si les contara no me creerían la encontré en
las redes estelares de la vida cotidiana..
Fue un laberinto que me llevo a su morada y a
su figura hermosa y delicadamente Rubensiana.
Klimt tenía lo suyo su pincel y sus pinturas
de mujeres desbordadas y yo tengo lo mío un papel la palabra y una diva
recientemente descubierta por mi barco que surcaba a la deriva con mi anatomía
algo oxidada.
Dos artes que van unidos al simbolismo que
existe entre el fuego y el origen de las llamas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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