miércoles, 21 de septiembre de 2022

HUYE TRISTEZA.

Dando tumbos, camina la tristeza.

Que en soledad intensa vive inmersa.

Que vive en frías, inhóspitas celdas.

Esclava, entre dos mundos que se enquistan.

En anocheceres, se duerme presa.

Zigzagueando, entre noches y días.

 

¡Despierta amor, y da luz a la sombra!.

Que llegue la alegría entre la niebla.

Que suenen sin descanso las trompetas.

Que salga el Sol, hasta en las noches frías.

Los atardeceres sean la estrella.

Iluminando la oscura tristeza.

 

Se despiertan, como aves vespertinas.

La luz sobre las sombras, que se agitan.

Ya los jilgueros, entre luces, trinan.

Se despereza, el corazón, sin prisa.

Un proverbial sonido se adivina.

Entre las hojas, de la gris encina.

 

Aléjate tristeza, que te olvide.

Como se olvidan, los nefastos días.

Aléjate del Sol, que se entristece.

Que el dolor que provocas no se enquiste.

Y no nubles la luz, que alumbra el día.

Y disuélvete, en tu aureola pútrida.

 

Que los mares, no se replieguen nunca.

No calle el ruiseñor, ni entre las tumbas.

Que cada brizna vibre de emoción.

En las carnes que visten cada vida.

Que brille el amor, aún entre grietas.

Y suene esa canción, que anuncia nuevas.

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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