Busco entre tus surcos
la luz que a mí me alumbre
en esta jungla;
me sacudo toda duda
y repaso cada pliegue
ardiente entre susurros.
Me da gusto el que me uses
sin aliento
consumiéndome deprisa
la salud que tengo aún...
Mejor que tú ninguna
puede hacérmelo que suba
imantado por la luna
No te escurras en la bruma
como si nunca hubieses pecado aún
y regálame tu figura
que dulcemente se insinúa
en el cuarto a media luz
Este juego me soporta
cuando nunca he sido otro
yo rondando estas neuronas
de pasada por la noche
sin un alma que derroche
todo su placer sobre una estrofa
Simultáneo a este desorden
aquí estoy yo
y no va a ser cosa que pronto
vaya a acabarse
mientras pueda alzar la voz
todavía se supone
inmerso en esta fórmula
que conjuga los horizontes
Es un drama cada mañana
cuando me levanto
de la cama
y estoy sin ganas
ya de hacerlo
ya de nuevo
demasiado
y si me enfado
será vernos
el uno en el otro
reflejados.
¿No me añoras
a estas horas
cuando nadie?
Tu alma flota
silenciosa
sobre el valle:
es inquietante
cómo lloran aún los ángeles
pues la aurora se retarda
como nunca en estos bloques
situados en el aire
y un recoveco es mi transporte
a donde plazca
Cuánta indecisión:
encontradme el misterio,
el de esta pugna en secreto
conmigo en mis letras
por llegar a sentirme un poco vivo,
libre y sin miedo
de hacer lo que sea
que a mi alma le venga en gana,
tras mi ventana distante
con el mundo en desconfianza.
Soy un sueño que tuve
y ahora no dejo atrás,
el apego a costumbres
que se han colado en mi sangre
y la duda presente
alborotado estos campos
la lluvia de siempre,
sensible inconsciente
ya sin verte en mi esfera,
sin mover una pieza
como un ascua fulgente
soberano en miserias
Voy contando los pasos
Me hizo presa la sed
A veces vuelvo hacia atrás
De qué cauce beber.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
Me encantó
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