Anoche soñé con una mujer en enaguas transparentes, casi desnuda y de mirada misteriosa
Venía con su armadura de pasiones, del elixir
agradable asombrosa
Se me nubló la vista de ver aquella hermosura,
de su bello triángulo, de su selva majestuosa
Expedía un olor a fragancias de su jardín, del
pétalo de la rosa maravillosa
De pronto se me vino encima con ademanes de
bailes, como mariposa ardiente y vigorosa
Se agachó lentamente, colocándome la abertura
de su bella selva en mi mudo rostro de ansias temblorosas
Se me oscureció la vista y todo eran sombras,
que caminaban en las oscuridades borrosas
Sentía su meneo en círculos, asfixiando mi
respiración, dejando un olor a almizcle, de fragancias misteriosas
Se quedó quieta colocándome lentamente los
labios de su enorme vagina sobre los míos, besándola con suavidad armoniosa
Todo era arrebato y frenesí, de fuego ardiente
de llamaradas en forma agitada y presurosa
Y empezó el jala, del meneo del paraíso de la
vida, en forma apresurada y armoniosa
Y nos dieron las dos y las tres y las cuatro y
nos despertó el gallo de la vecina con su cántico de alaridos estrepitosa
Al despertar, todo era un sueño de pesadillas
húmedas y de sudores que escurrían engañosas
Me levanté furioso y tiré de la cortina y allí
en la ventana contigua estaba desnuda y acalorada la hermosa vecina fervorosa y
esplendorosa
Me hizo
señas que la acompañará a contemplar la madrugada de cobijas cariñosa
Ya me sentía cansado y fatigado y sin embargo
atravesé el zaguán con aires de dicha apetitosa
Y allí me esperaba con una bella sonrisa de
pasiones ardientes, de eretismo y deseo apasionado, de noches de lunas dichosas
Y una taza de café burbujeante calentó los
cuerpos de la fría madrugada, presagiando ímpetu, seducción y delirios de
arrebatos lujuriosas
La ventisca huracanada cerró la puerta y
desnudos con abrazos y con besos de esos que queman los labios, con emociones
dolorosas
Madrugada de amanecida de ardiente pasión, de
ardor y exaltación, de veneración y idolatría, de ternura y cariño, de seducción,
sin confesión pecaminosa
Y nos agarró el medio día y la tarde de arreboles
anaranjados con esplendores fabulosas
Me quería largar, pero su pasión me doblegó
con su desnudez majestuosa
Los relámpagos en el horizonte presagiaban tormentas
angustiosas y tenebrosas
Pero la vecina bella, me arropó con su cuerpo
y al compás de una melodía, bailamos en una sola baldosa
Todo era amor, emoción y pasión, predilección
y querer de sudores pegajosas
Y allí en un sillón de la sala, se quedó
dormida la preciosa vecina, como una hermosa y preciosa diosa
La cubrí con una manta y la llevé dormida a la
cama en forma suave y sigilosa
Atravesé el zaguán y la noche azotaba con
aires huracanados lluviosa
Sueños con pesadillas de amores, de ilusiones,
de realidades, de pólvoras y derrotas, de escapadas furtivas victoriosas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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