Se va agostando el camino,
y secando la cosecha.
Se visten de ocre las sendas,
Y las arenas se quiebran.
Se van quedando sin brillo,
las hierbas de las praderas.
Canción que lleva en sus letras,
al mundo que habla y se queja.
En su palabra hacen nido,
las vidas que se cosechan.
El mar, ya no tiene frío,
porque el agua se calienta.
Se va quebrando el poema,
con sus arrítmicos ritmos.
Y las rimas se despiertan,
para animar los oídos.
En las quejumbrosas notas,
se oyen lejanos quejidos.
Amar entre las tormentas,
de los baldíos estíos.
Y soñar, que sueña el tiempo,
con campos de avena y trigo.
Y las noches se calientan,
con la Luna, que es de vidrio.
Se va agostando la vida,
y secando los sentidos.
La voz, en los labios tiemblan,
porque lloran las sequías.
Los ojos, que son linternas,
ven en el fuego su brío.
Amar entre las tormentas.
Cantar, llamando a los ríos.
Y entonar canciones llenas,
del agua, que son suspiros.
Y vivir entre leyendas,
silentes, sin hacer ruido.
Se va agostando el camino.
Pero, la lluvia se acerca,
con pasos de peregrino.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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