Siguiendo la estela va,
para al final encontrarse.
El tiempo empuja a quien fue,
para así, poder nombrarse.
Y en ese camino va,
el sentimiento de ser.
Luces en la oscuridad.
En la luz, las sombras bailan.
Y en el corazón las llamas.
Brasas, que no apagarán,
las torrenciales heladas.
Voces, que no callarán.
En ese intenso tronar,
de las vidas que reclaman.
Silencios de realidad.
De los derechos se escapan.
Y los pensamientos van,
beodos en la algarada.
Que no se rinda el final.
Que descubra lo que falta.
Ábranse en hondo canal,
las simas de la esperanza.
Que el tiempo apaciguará,
El dolor, que el verbo causa.
Siguiendo la vida va,
saltando grietas y trampas.
Vertederos de injusticias,
en el tiempo que se acaba.
Y en las solitarias brisas,
el amor, marcha detrás.
Que no se rinda jamás,
el ser en su caminata.
Y que mirando detrás,
vea como la estela brilla.
Que no se pierda jamás,
el amor, que arde en la vida.
El tiempo desgasta más,
que la más cruel pesadilla.
La verdad va de puntillas,
acercándose a la vida.
Y el amor, que no claudica,
de la mano, va al compás.
En un solo verso están,
las claves para la vida.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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