Que bello es sentir la tibieza de tu piel
bordados con hilos de pasión
llegar al cielo con cada latido tuyo.
Es bello morir ahogado con tu saliva.
Conquistar cada lunar tuyo
con besos inflamados de amor
de lujuria desbordadas en las ingles;
y vivir atormentado por el salvajismo
primitivo de tus anchas caderas.
Fiebre de Lilit que consume el abismo
devoradora de fantasmas líquidos,
amante de la luna;
anfitriona de una dulce velada.
Que bello es dormir con tu cuerpo desnudo
explorando la selva de tu ostra:
aroma carmesí, negrura pura.
Me he bañado con el néctar virgo
y he sucumbido a la condena de tu abrigo.
Y entre los actos más desenfrenados de locuras
que han paralizado tantas noches
he tocado el cielo sin haber estado muerto.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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