los momentos de derroche convertidos en tesoro.
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Atadas al corazón, increíbles aventuras
no tenían parangón, sin límites ni mesuras
ameritan ovación tan pícaras travesuras,
la juventud es pasión con sus frescas vestiduras.
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En tiempos de madurez llegan los vientos sensibles
cultivan la sensatez con formatos predecibles.
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Años viejos son un broche, con júbilo los valoro;
finalizó su función no quedaron amarguras
ahora con lucidez gozo ratos apacibles.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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