lo sé porque al verla, mi corazón muy rápido palpitaba.
Al verla aparecer caminando discreta por lontananza,
pensé en guardarla en mi corazón rápido y sin tardanza.
¿Será realidad o quizá solo es una corazonada?
Tiene que ser ella, mi mente se muestra esperanzada.
Con esos ojos negros, tan lindos, de irresistible fulgor,
con esa voz dulce y cariñosa, cual la del pájaro cantor.
Solo de pensar en ella mis ilusiones suben, crecen,
al mismo tiempo, mis esperanzas se fortalecen.
Ciertas dudas que mis ideas ensombrecen…
al tenerla cerca… todas a la vez, resplandecen.
Tengo que ser decidido, pisar firme y fuerte,
será mi compañera hasta el día de mi muerte.
Para ello tengo que ser comedido y cuidadoso
tratarla con respeto, cariño, y ser muy amoroso.
Y es que me pongo nervioso tan solo de pensarlo.
¿Sera verdad Dios mío que haya podido encontrarlo?
Estoy como un chiquillo, inquieto e ilusionado,
¡A la edad que tengo, y… estoy muy enamorado!
Que tierna y dulce es, que gentil, que delicadeza,
que apasionada, que naturalidad, ¡Que belleza!
De pronto ¡Dios mío! Me despierto sobresaltado,
y es que todo… ¡Ha sido un sueño, lo he soñado!
Verdad es que el que tiene hambre, sueña sin ton ni son,
por lo que es verdad también ¡Que los sueños, sueños son!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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