domingo, 27 de octubre de 2024

EL EDÉN PROHIBIDO.

Mejor déjame explicarlo
mientras me quede cordura:
no estoy forjado de acero,
muchacha, tenme piedad.
Cubre tu piel de alabastro
que pierdo mi compostura
y no atices mis deseos
porque estoy ardiendo ya.

De verdad no tengo claro
si lo haces por travesura
y te divierte el esmero
que pongo al disimular
o tan niña eres, acaso,
que no adviertes tu hermosura
pero cuídate de excesos
que nos mira tu mamá.

Tu adolescencia ha tallado
tu cuerpo cual escultura,
te idolatran los espejos,
la luna envidia tu faz
y voluptuosos encantos
emanan de tu blancura
y trastorna mi sosiego
la primavera en tu andar.

Ya sé que mucho te agrado,
florecida criatura,
solo que soy más que aquello
que ves a tu corta edad.
No me dediques tu halago
que se agita mi locura
ni me recites tus versos
que nos oye tu mamá.

Son tus ojos almendrados
los soles de mi penumbra,
se me derrama en mis sueños
el café de tu mirar,
mas no debo confesarlo,
lo callaré hasta la tumba
como niega el embustero
su prohibido edén fugaz.

No te sientes a mi lado
que tu boca me perturba
y el perfume en tus cabellos
acelera mi ansiedad
y no me roce tu mano
que me incendia su tersura,
¡por Dios santo, te lo ruego!
que ya viene tu mamá.

Y ya no te acerques tanto
que me estremecen tus curvas,
no tientes al Hyde perverso
que habita mi alma voraz.
Soy un truhan endemoniado
y al verte planeo diabluras
pues de mármol no estoy hecho
sino de carne y maldad.

Vete ahora, ponte a salvo,
¿no oyes que mi pecho aúlla?
soy lobo feroz y hambriento
y se me antoja un manjar.
Te ansía un bribón taimado,
huye de mí con premura
y no eches leña a mi fuego
que es mi amante tu mamá. 




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

No hay comentarios:

Publicar un comentario