Con palabras de nostalgia.
Cargado de buenas nuevas.
Y de viejas destemplanzas,
que es en el hoy justiciero.
Como hablan las cigarras,
en su canto veraniego.
Enmudece ante las lágrimas.
Corazón que habla en las notas,
de sus latidos perennes.
Con el sonido estridente,
cuando su afán se desboca.
Y se apagan los luceros,
cuando el amor habla a solas.
Con la verdad en los ecos,
de los sonidos que afloran.
Llora el verso en las estrofas.
Que hablan de vidas perdidas.
Y son como perlas lúcidas,
los tonos de sus lamentos.
Reviviéndose el momento,
que fueron amor y dicha.
Y no cesa el cancionero,
de ser, la voz del asceta.
Sentimientos pasajeros, que en notas,
van transformando las vidas.
Son los versos instrumentos,
de amor y eterna justicia.
Corazones al acecho, que están,
sintiendo en los pechos,
lo que los versos les dictan.
Amor ante los espejos.
Habla el verso en los silencios.
Como hablan las libélulas,
en el vuelo de sus días.
Y se callan los momentos.
Y se silencian las vidas, que van,
nuevas vidas descubriendo.
El amor habla a escondidas.
O a gritos, guarda silencio.
Habla el verso entre las páginas,
en las que escribe la vida.
Como el amor, como ánimas,
en la soledad transitan.
Son los versos, las palabras,
que en silencio siempre hablan,
en los verbos, en carne viva.
Palabras, más que palabras.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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