que estás en el mar y en los cielos,
santificado sea tu nombre,
en cada ola, en cada viento y en cada amanecer.
Venga a nosotros tu reino,
como llega la marea serena que renueva la playa.
Hágase tu voluntad,
así en el cielo como en el fondo del océano.
El pan nuestro de cada día,
danos hoy, en la pesca abundante y en el trabajo honesto.
Perdona nuestras faltas,
como también nosotros perdonamos
a quienes no comprenden la dureza del mar.
No nos dejes caer en la tempestad del egoísmo
ni en las redes del desaliento,
y líbranos de todo mal,
como libraste a tus discípulos en la tormenta.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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