Te vi hace un momento escondida entre las ramas,
el viento te acariciaba el rostro, te besaba y tu callabas,
y tu cabello se movía al compás de unas campanas.
Vas y vienes entre mil recuerdos, brotas de repente,
Como brotan florecillas donde nunca ha habido agua,
y… acaricias mis demonios mientras te beso y me abrazas,
mientras te escucho pasar en el viento que azota mi ventana.
Ya la lluvia me moja la cara inundándome el alma,
ya la lluvia besa mis ansias y las amarra en un muelle;
un muelle lejano, al lado de barcas que por siempre atracan,
allá donde por las noches lloran los recuerdos heridos,
donde los suspiros se reúnen y luego huyen hacia la nada.
Allá donde estas sin que estés presente,
allá donde si te busco te encuentro por siempre,
porque vives entre olas, entre los montes verdes,
y estas mirándome de lejos, con ojos de niña abandonada,
estas donde te necesito, donde te puso el tiempo,
para amarte eternamente o llorarte en mi alborada.
Tú, acá donde nadie más puede verte,
acá donde mis ojos te besan la frente,
Tu taciturna, callada, celosa y ardiente,
Tu inquilina eterna de mis horas grises,
Eternamente mía, aunque jamás estés aquí presente.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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