La noche, susurra silencios en cada rincón del alma y las letras hacen fila en mi pensamiento, mientras la musa nace en los despojos del sueño que sacudo de las sabanas y caen rotos esparcidos por el suelo mientras los otros corren despavoridos, retumbando los temores, demasiados estridentes para un susurro escondido de un amor incierto.
En muchas noches inquietas, que mi alma sube y baja del dolor al olvido, dejo de reñir con la oscuridad y no escucho a mi almohada y mi olfato se resiste al olor de soledad de mis sabanas. Busco mi guitarra, mi cuaderno de pastas azules, una foto de ella, entre los cientos que tengo y me pongo a analizarla, escrutando cada gesto visible de ella, dejado para mí.
Me gusta estar arropado por la oscuridad de la noche y ese sabor a olvido de la inspiraciónTejer a mano cada sueño, poniendo en su sitio al viento que juega con su pelo, la risa, como verso ocupando toda la atención de un bolígrafo semidormido. El desvelo de la luna que te empuja al sofá, para esconder lo cotidiano de tu vida, en cada verso tuyo que me oculta.
No me gusta luchar contra el insomnio, me dejo llevar, me tiro en sus brazos y rebusco en su interior mi inspiración. Las palabras exactas que de mañana visita su ventana, mientras ella, despierta al lado de su cotidianeidad y va a lo excepcional de la vida. Un amor de papel, algo que nació en la cercanía del corazón sin cama; pero profundamente sembradas.
Dice Fromm que cuando dormimos, pasamos a diversa forma de existencia. Y creamos historias que no han ocurrido, pero que pueden construirse. A mi me gusta soñar despierto, viendo tu imagen, mas que construir, preparar nuestra próxima cita, en un renglón, en un párrafo. Ver aparecer tu imagen, abre mis ojos a la bondad del universo que te trae a mi..
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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