Las oyes como
piden realidades,
Ellas,
desmelenadas fieras,
Las sombras
que los dos forjamos
En ese inmenso
lecho de distancias,
Cansadas ya de
infinitud,
De tiempo sin
medida,
Heridas por
una gran distancia de materia,
Piden límites,
días, nombres …
No pueden
vivir así ya más.
Están al borde
el morir de las sombras que es la nada.
Acude, ven
conmigo,
Tiende tus
manos,
Tiéndeles tu
cuerpo.
Los dos les
buscamos un color,
Una fecha, un
pecho, un sol …
Que descansen
en ti, sólo en ti,
Su carne se
calmará en su ansia errante
Mientras las
estrechamos ávidamente
Entre nuestros
cuerpos,
Donde
encuentran su alimento y reposo,
Se dormirán al
fin en nuestro sueño abrazadas,
Y así luego al
separarnos,
Ellas tendrán
recuerdos,
Tendrán pasado
de carne y hueso,
El tiempo en
que vivieron en nosotros,
Y su afanoso
sueño de sombras
Otra vez será
el retorno
A esta
corporeidad mortal y rosa
Donde el amor
intenta su infinito.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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