La carne firme le ofrece
Erotismo a las caderas, 
Atracción para quimeras 
En la lujuria que crece, 
De los glúteos aparece 
La piel cual carnal coraza. 
Sus muslos, hechos de braza, 
Una perfecta escultura 
Exhibiendo la moldura 
De tan importante raza. 
El vientre desciende tenso 
Para fundirse en las piernas 
Donde nacen más tiernas 
Las ansias del amor inmenso. 
La pelvis concede 
Intenso encanto a su lozanía. 
Se funde la poesía 
De la piel con su interior, 
Metamorfosis de flor 
En sexual anatomía. 
Los pechos rozan la brisa 
Con sus pezones de fuego, 
El cabello, es simple juego 
Acariciando la risa. 
Los ojos se van deprisa
En la mirada que evoca. 
El rosado va y toca 
Las dos mejillas ardientes 
Y los labios son dos puentes 
Para el beso de una boca. 
Toda la carne se adosa 
A la silueta perfecta, 
Mezcla de princesa erecta 
Y levitación de diosa. 
Hay conjugación grandiosa 
Entre cuerpo e inteligencia. 
Hay valores, hay presencia 
Física y espiritual. 
¡No hay otro ser tan igual! 
¡Nada le viste de ausencia! 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 
 
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