Ya no madrugas
Ni adelantas la hora para verme,
Porque ya no viajas en la misma gota de lluvia
Que me contiene,
Y en la cual me precipito
Hacia el suelo quebrado por el rayo.
Viajas en tu nube
Que deambula por otoños diferentes
Sobre un mundo al otro lado de mi mundo.
Eres como un incendio antiguo
Que cerca de cenizas,
De insomnios y derrumbes,
Mi memoria, casa maldita
Donde habita tu fantasma
Arrastrando sus cadenas
Por las extensas ruinas de mi vida.
¡Qué poco dura la luz impúdica del sueño,
El cielo en llamas de la hora violeta!
¡Qué cortoel tiempo de la rosa
Cuando sus pétalos pierden la guerra con el frío!
Ya no madrugo
Para escribir el sacramento de tu cuerpo,
Tu piel de uva,
Tus labios verdes
Como dos auroras de verano,
Sino para arrancarme alguna lágrima
Que como lluvia sorprende mis pupilas
Cuando se aviene el alba
Y tropiezo con alguna de tus sombras
Que en un día abandonaste
En una esquina oscura de mi ser.
Ni adelantas la hora para verme,
Porque ya no viajas en la misma gota de lluvia
Que me contiene,
Y en la cual me precipito
Hacia el suelo quebrado por el rayo.
Viajas en tu nube
Que deambula por otoños diferentes
Sobre un mundo al otro lado de mi mundo.
Eres como un incendio antiguo
Que cerca de cenizas,
De insomnios y derrumbes,
Mi memoria, casa maldita
Donde habita tu fantasma
Arrastrando sus cadenas
Por las extensas ruinas de mi vida.
¡Qué poco dura la luz impúdica del sueño,
El cielo en llamas de la hora violeta!
¡Qué cortoel tiempo de la rosa
Cuando sus pétalos pierden la guerra con el frío!
Ya no madrugo
Para escribir el sacramento de tu cuerpo,
Tu piel de uva,
Tus labios verdes
Como dos auroras de verano,
Sino para arrancarme alguna lágrima
Que como lluvia sorprende mis pupilas
Cuando se aviene el alba
Y tropiezo con alguna de tus sombras
Que en un día abandonaste
En una esquina oscura de mi ser.
Autor:
Antonio Carlos Izaguerri.
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