Hola soledad,
No esperaba tu llegada
Tan temprana, tan abrupta,
Sin poderme preparar.
Pasa, siéntate,
Que prepararé algo caliente
Para el frío que trajiste
Y así poder conversar.
Dime soledad,
¿Acaso me has extrañado
Cuando entre sus brazos
Te eché a volar?
¿Conociste mucha gente?
¿Aturdiste muchas mentes
Antes de cansarte y regresar?
La verdad no te extrañaba,
Tuve sol sin tu presencia
Y era dueño de unos ojos
A los que les gustaba brillar,
Florecía a cada paso el camino,
Tenía besos que sanaban toda pena
Y la magia del amo era mi emblema
Que nadie podía arrebatar.
Hasta esta tarde tan grisácea
En que abrí la puerta
Y allí estas, tan derecha
Y tan absurda, soledad,
Siento que sea sincero,
Y te diga que eres fea
Esa forma extraña que tienes de llegar.
Mira, aún me confunde
Que estés hoy en mi mesa,
Después de tantos años
De poderte trabajar,
Y del pacto y de la tregua
Que hicimos esa madrugada
Cuando develado
Prometí no llorar.
Sí, he viso tus maletas
Y aunque eres muy grosera
Por llegar sin previo aviso,
Entiendo que te vas a quedar,
Pero no serás bienvenida
Por tu total ingratitud
En tantos años de juventud
En los que sólo quise amar.
Ya conoces el camino
Que conduce hasta mi cuarto,
Vete, que no tengo
Ganas de pelear,
Llénalo de telarañas,
Y tus adornos indeseables
Que otra vez, inconsolable,
Dormiré en el sofá.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario