(Con cariño a mi amiga Sandra)
La luna y su riqueza,
Su asombrosa mirada,
Su espalda oscura, su olor plateado,
Su rostro hipnótico en medio de la noche
Alzándose artera,
Drenando la claridad del día,
Ebria de vanidad, lasciva.
Noches que no quieren heredar del sol
La intemperie que una piel arrastra,
Noche así, para crearse otra vez
Goces, presentes, eslabón y pedernal, abundancia.
Y saliendo del pecho los muertos,
Que sin tener que maltratarlos se van,
De acuerdo ellos y yo
En mantener la puerta abierta y un armisticio.
Todo edificado, mármoles perfectos,
Todo intacto y otra vez puro,
Absolutamente renacido,
Todo esperando todo lo sabiamente olvidado.
Y la luna,
Su paso irreversible celestial,
Su condición de subrepticio,
Su caricia inquebrantable,
La luna y su riqueza,
Su asombrosa mirada,
Su espalda oscura, su olor plateado,
Su rostro hipnótico en medio de la noche
Alzándose artera,
Drenando la claridad del día,
Ebria de vanidad, lasciva.
Noches que no quieren heredar del sol
La intemperie que una piel arrastra,
Noche así, para crearse otra vez
Goces, presentes, eslabón y pedernal, abundancia.
Y saliendo del pecho los muertos,
Que sin tener que maltratarlos se van,
De acuerdo ellos y yo
En mantener la puerta abierta y un armisticio.
Todo edificado, mármoles perfectos,
Todo intacto y otra vez puro,
Absolutamente renacido,
Todo esperando todo lo sabiamente olvidado.
Y la luna,
Su paso irreversible celestial,
Su condición de subrepticio,
Su caricia inquebrantable,
Su sonrisa blanca y nocturna
Como la de una bailarina que nos quema los ojos,
Como mujer que yace y nos mira desde su letargo,
Como una loca bella y muda
Moviéndonos juntos en medio de la noche.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
Como la de una bailarina que nos quema los ojos,
Como mujer que yace y nos mira desde su letargo,
Como una loca bella y muda
Moviéndonos juntos en medio de la noche.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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