Vida, ten piedad 
De la inmensa dicha 
Que consume mi alma 
Cada día y cada noche, 
Saber que existe ella 
En este tiempo y espacio, 
Reconcilia mi ser contigo, 
Este amor convertido 
En la más hermosa mujer 
Que mis ojos hayan visto 
En el elixir que cura 
Las antiguas heridas, 
Es órbita que se concilia 
Con una estrella fugaz 
Que cruza mi nocturno cielo. 
Vida, regálame más tiempo 
Para dedicarme a ella, 
Quiero cuidarla y protegerla, 
Ser salud, nunca enfermedad, 
Ser amor mas nunca dolor, 
Dame vida la oportunidad 
De hacerle felices sus días, 
Este amor que le proceso 
Viene con sentimientos, 
Al desnudo, claros y reales, 
Espejos de mi alma 
Como reflector de aguas intactas. 
Oh, vida, soy una persona sedienta 
Del brote de su mirada, 
Suspende el tiempo a su paso, 
Déjame atrapar el aire 
Del poema que hoy le escribo 
Y compartírselo en un beso, 
Dame música en la naturaleza, 
Una sonrisa como riachuelo, 
Maleza que le roce su fino rostro, 
Unos ojos serenos para admirarla. 
Dame fuego para incendiar su cuerpo 
Y dame ternura para entibiar 
Sus rodillas como remanso. 
Vida, ten piedad del hombre 
Que hoy te llama a su vida, 
Porque este amor que ascendió 
Del pecho a la cabeza, 
Es ahora el infinito horizonte de floresta de seda, 
Son los labios que muerden la ausencia, 
Es luna que brilla en la noche más oscura. 
Este amor es como mirar el valle, 
Es poner la esperanza donde está ella, 
La fe son esas horas 
Que paso junto a su recuerdo, 
Y el suspiro que se escapa 
Es rocío del mundo, 
Clamor de tenerla 
Recostada entre pétalos de rosas 
Y abrazada a mis activos brazos 
Que vencen la soledad y el estío. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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