Cuando suenen los tambores
Será la hora de la misión
El regocijo de su esencia
Para la llegada del ruiseñor
Que no planea su vuelo
Que no conoce su vocación
Y sin embargo…
Ilumina todo con su voz.
Como la sensualidad del león
Y la firmeza del tero
Que observa siempre a lo lejos
Oteando el límite de los misterios
Por cada punto cardinal
Promete al olvido reivindicar
Desvistiéndose de su ego.
Es por eso…
Que evita vivir entre dormidos
Oyendo el canto de las sirenas
Con el tarareo de un grillo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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