Áspera tierra
de viento enfurecido 
de árbol que ha caído . 
El ruido entrelaza mis tejidos 
a campanas y fogatas desiertas 
con cánticos en rondas desdibujadas.
Y sus manos me inquietan 
cálidas como peña naciente 
me sostiene en la abruma 
con el mar embrabecida 
La brisa en cobre,
pálido parpadeo que la delata
nos ciega en colina montañosa. 
Nuestras verdades son frías 
y mis labios están secos.
Nos desvestimos 
nos colmamos de cuerpos 
en silencio erotizamos
pero el mar nos observa. 
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 
 
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