domingo, 24 de septiembre de 2017

SORTILEGIO.

Hoy la mañana será mi cómplice.
Ha amanecido lluviosa y la bruma oculta la verdad
y me sumerge blandamente en el sueño de anoche.

No quiero que se disipe ni que irrumpa el sol en mi espacio,
ni que revele el vacío de mis manos.
Me niego a meterme de lleno en la abrupta realidad.

Anhelo la devastadora, la consentida dulzura de tus besos
que me lleva en volandas a meced en el viento.
Me declaro insaciable de tus caricias,
me desespero, no alcanzo a rozar tu piel con mis labios.

Por no besar los tuyos tan ávidos,
crece y se expande sin medida de pura necesidad
la urgencia de abandonarme en tu regazo.

Sí, amor, le doy con exaltadas salvas la bienvenida
a mi otro aletargado instinto ancestral.
Le acojo cálida, apasionadamente en mis entrañas
y hostigandome y apremiándome, el ansia fluye incontrolada.

Mientras escribo arden las ganas,
queman en deseo de salir de mi boca pronunciadas
y en la tuya, trasvasarlas permitiendo

que imperioso, derrames en mí tu mágico aliento. 




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 

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