De mis sagrados recuerdos tú apareces...
eres mi tormento divino,
eres fuego que me envuelve, que me quema,
eres fuego que me embriaga tal cual me enloquece
eres en mi vientre pasión y fuerza,
eres coraje en mis propias venas
y en mis oídos exquisito deleite.
De mis sagrados recuerdos tú apareces,
eres luz y eres su ausencia,
eres sufrimiento si te tengo, igual que si te fueras
eres reproche que poco o nada ofrece,
eres cólera si a mi vida me devuelves,
como es reclamo a mis sucesores tus desdenes.
De mis sagrados recuerdos tú apareces,
resisto el arrebato por poseerte
y por verme en tus ojos impaciente espera,
floreces en la angustia de mis pensamientos
esos que cansan, hacen daño y embrutecen.
A tu alma, amor y corazón les he buscado...
no les he visto; se guarecen,
se alarman de exponerse,
olvidaron la delicia de amar impensadamente,
olvidaron la delicia de abandonarse y cederse.
Estando lejos de tu alma...
no sorprenda ver romperse fino hilo que sostiene;
fibra débil, construida de fogosidades y fervores
de animales toscos e inconscientes.
En la dualidad de ser mi miedo y mi refugio
tú coexistes,
siendo furia... como la de la ola
que arrastra en marea ascendente,
eres la amargura de mis culpas y prejuicios
también dulce néctar que corrompe lo prudente.
Mas no apoyes tu seguridad en mis errores
esos de desenfreno, locura y desemboque,
no confíes a tu gallardía y gracia mi precencia,
que aún tengo el poder de irme de repente.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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