Recuerdo esos días fríos
Donde solo tus labios eran el reconforte de mi alma
Y tus caricias fluían como ríos
Llenando lentamente mí ser de calma
Calma que hoy se pierde en la lejanía
Así como se borran las marcas que dejaste en mi espalda
De ti y de mi quedaran las fotografías
Y los recuerdos que mi memoria guarda
Días de distancia y noches de olvido
Se avistan al horizonte escondido
Yo, ya soy víctima de tu hastío
Y estoy fielmente sentenciado por mi karma
Por eso me alejo mientras sonrió
Pues soy feliz mientras tu olvido me desalma
Y es que debo dejarte, niña mía,
Pues me haces tanto daño como las armas
En algún momento me llenaste de alegría
Pero hoy tu sonrisa me desencanta.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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