Por qué arde y quema mi garganta,
cuando las lágrimas traicioneras
ansiosas desean marcar mis mejillas
con su camino sinuoso
y dejar el sabor a mar
en mis labios temblorosos.
Por qué el camino que lleva aire a mis
pulmones
se cierra, colapsa de repente
y siento, como dos manos en mi cuello
desesperadas intentan atrapar,
aquello que falta para volver a respirar.
Las lágrimas traicioneras
nublan mis ojos y los manchan,
se manejan y van dejando
huellas a su antojo,
en los valles desolados, abandonados
de mis mejillas y labios nerviosos.
La voz
¿Acaso es cobardía?
no te manifiestas,
ni con gritos o alaridos,
qué decir de los susurros y murmullos,
simplemente se ausentó,
me abandonó a la suerte
del aire perdido
y las lágrimas traidoras.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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