Sueño que al verso enamora,
para que ame la belleza.
Amor y verso se unen,
para que aflore la esencia,
en tan cálida pareja.
Que al unísono dos voces,
en una sola se ofrezca,
uniendo los corazones,
en las rimas que se crean.
No se rinde la belleza,
a las cotidianas reglas.
Que nace y vive en el centro,
donde se cruzan las aguas,
que lo más hermoso llevan.
No enmascara sus principios,
ni se esconde en ricas telas.
Su voz es clara y diáfana,
de gestos nobles y nítidos.
En las inmensas praderas,
en el subsuelo se crea,
elevando su extensión,
al cielo que la contempla.
De colores naturales,
viste su cuerpo de fiesta.
Cada latido es un beso,
que ofrece a quien la contempla.
Sueño que al amor acuna,
en las sábanas que piensan.
En las orillas reposa
y en la pasión juguetea.
Rostro de ágiles gestos,
que en los labios se embelesan.
Se conjuga la belleza,
con la hermosura que espesa.
Amor de infinitos ángulos,
miles de matices piensan.
Innumerables miradas,
que en el amor se recrean.
Irisadas actitudes,
como figuras poliédricas.
Sonrisas que multiplican,
en el amor sus virtudes.
Sueño que pasa de largo,
dejando su fiel impronta.
Huella que al amor remonta,
para salir del letargo.
Sueño que recoge y siembra,
en su peregrino paso
y soñando se despierta,
el néctar de lo soñado.
Amor de fornidos rasgos,
hercúleos y tiernos brazos.
Abrazando los caminos,
llena la vida a su paso.
Sueño de amor que se queda,
atrapado en el regazo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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