Bendita aquella tarde
del día en que te vi,
llegaste, mariposa
con vuelo muy sutil,
posaste en una rosa
buscando tu botín,
y el beso de sus labios
que quiso recibir,
los pétalos golosos
se abrieron porque sí,
y fueron un reclamo
de flores y jardín,
el sol te saludaba
con rayos, muy gentil,
y tú le sonreías
con cara de infeliz.
Bendigo aquel momento
que un día yo viví,
leyendo tus poemas
de un modo muy febril,
los versos cautivaban,
dejaban frenesí,
al alma soñolienta
de un niño en su confín,
vivía en una nube
mil sueños de marfil,
ajeno a que muy cerca,
un sueño le era afín,
¡el sueño de los sueños,
un sueño sin matiz,
el sueño que su alma
buscaba con trajín.
"Bendigo aquel instante,
(guardado cual rubí),
que pude ver tus sueños
y en ellos, verte a ti"
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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