Entre besos de la brisa y suspiros del aura
van muriendo mis aterciopelados sueños,
como sutiles gotas del matinal rocío
que entre risas y lágrimas se las bebe el
tiempo.
En el dorado oreo su aroma la rosa exhala
besada por los delicados labios del céfiro
y con él al espacio sus colores derrama
para engalanar con irisado tul el cielo.
Unos bellos ojos esmeralda descubrí
entre las sedosas alas del viento,
su verde mirada hería las briznas del aire
que se esparcían como fina lluvia de fuego.
Incandescentes pavesas surcaron el éter
henchidas de amor como las flechas del dios
Eros,
indolentes atravesaron mi corazón
arrastrándome tras de sí al profundo piélago.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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