Yace tu cuerpo en su tersura,
ligado a mi celo cual atadura,
ávido corcel aun sin montura,
respingando de placer y lujuria.
Tú gimes de gozo como penuria,
que aspira ese sufrir entre placer
y pierdes el sentido en paranoia,
yacida en peldaños de la Gloria.
Tus besos son fuego sin quemar,
que ansiosos se funden a mi cuello,
tus senos volcanes por erupcionar,
sobre pezones en erótico destello.
De tu boca emana tibio resuello,
que se funde a mi piel beatificada
y mis manos acarician tu cabello,
cual crin de potra a ser montada.
Y mi celo baja hasta tu pubis,
lívida flor de carne ansiosa,
fragante y de ardor olorosa,
al ofrendar su primicia núbil.
Y salta tu torso primoroso,
elevando ancas voluptuosas
y es magno mi placer y gozo,
inmerso en simas veleidosas.
Magna comunión:
Cóncavo y Convexo,
alma y corazón.
Entrega casta;
Inmaculado gozo,
no impúdico sexo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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