domingo, 19 de abril de 2020

CASTO LÍVIDO.

Yace tu cuerpo en su tersura,
ligado a mi celo cual atadura,
ávido corcel aun sin montura,
respingando de placer y lujuria.

Tú gimes de gozo como penuria,
que aspira ese sufrir entre placer
y pierdes el sentido en paranoia,
yacida en peldaños de la Gloria.

Tus besos son fuego sin quemar,
que ansiosos se funden a mi cuello,
tus senos volcanes por erupcionar,
sobre pezones en erótico destello.

De tu boca emana tibio resuello,
que se funde a mi piel beatificada
y mis manos acarician tu cabello,
cual crin de potra a ser montada.

Y mi celo baja hasta tu pubis,
lívida flor de carne ansiosa,
fragante y de ardor olorosa,
al ofrendar su primicia núbil.

Y salta tu torso primoroso,
elevando ancas voluptuosas
y es magno mi placer y gozo,
inmerso en simas veleidosas.

Magna comunión:
Cóncavo y Convexo,
alma y corazón.

Entrega casta;
Inmaculado gozo,
no impúdico sexo.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

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