Cuando nadie camina por la calle, te invito a
pasear por los faros de la avenida baja. Y sabrás lo que nada ni nadie más nos
ilumina, solo el reflejo del brillo que provoca nuestra mirada, tan dulce y
audaz.
Cuando termine la fiesta y solo tengas que ver
las fotos, cerraré los ojos y volveré a cruzar, vestida como una obra de arte,
domarás mi mente como lo haces en todas partes.
Cuando la vida y la muerte nos atraen en la
misma imagen, las afirmaremos por igual, respetando el enigma del silencio y el
placer de seguir adelante.
Cuando el silencio ya no respalde nuestros
secretos, el grito del mismo ego se volverá obsoleto y lo compartiremos
nuevamente para sentirnos más completos.
Cuando la culpa no nos castiga tanto y el
dolor de los demás suspende nuestras lágrimas, entenderemos que siempre hay una
razón, y solo tenemos que buscarla.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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