Eres como rocío en la amapola,
como níveo copo en la hierbabuena,
como álgido fuego sobre una ola,
como blanco aroma de una azucena.
Eres el rubio oro de la mañana
y el subido carmín de la tarde,
eres el blanco lucero del alba
que de mi sueño viene a despertarme.
Eres la trémula luz de una estrella,
eres la risueña lluvia de abril,
dulce fragancia de la primavera
que me embriagó con su frenesí.
Eres fuego del delirio que pasa,
eres hielo de la pasión que quema,
eres flecha de Cupido que mata,
la rosa que mi corazón se lleva.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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