miércoles, 1 de abril de 2020

UN AMANECER CUALQUIERA.


El amanecer de un día cualquiera,
sin recuerdo, sin reloj, ni fecha,
hizo mi noche agobiante endecha,
desvelando mi alma en tu espera.

Divagué en tu realidad y quimera,
entre mi ventana y mi frío lecho,
deliré porque la puerta se abriera
o de repente entraras por el techo.

Y pasó lo que nunca quisiera,
el sol sorprendió mi desvelo,
mi realidad se hizo quimera.
Tu ausencia no bajó del cielo.

Mi esperanza ya evanescente,
pronunció tu nombre apenas
y en rogatoria pálida, yacente,
clamó por ti: Cosas buenas.

Y al yacer de otra tarde sin fecha,
en la voracidad de noche indolente,
mi alma será persistente endecha.

Acaso por tu ausencia inclemente
o por la necesidad  vital de tenerte.


Autor
Antonio Carlos Izaguerri  

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