Astro sensual de la noche esplendorosa,
tus fulgores en la densa espesura arremeten,
paz otorgas y los corazones fidelidad
conceden,
tu beldad seductora de entusiasmo distinguida
propicia la exaltación de los férvidos
amantes,
presentes, te dan los nobles … y desdenes, los
fieros,
desde el horizonte tus tonos de luz camuflan
tu finura, algunos entes prueban tus brebajes,
embelesados por la dicha de tu vislumbre,
sumidos en el encantamiento de tu docilidad,
mas tú, rondando al astro rey con sigilo haces
tu traslación,
hasta el encuentro -de dos astros- en un
mágico eclipse.
Oh mía, en el mutismo de la noche apaciguada,
tu alma deambula cual itinerante sin
categoría,
se clarifica nuestra unidad en su consumación
aunque lejos esté tu mundo de mi mundo,
arremeten las conjeturas sobre tus sábanas
y se ocultan bajo tu almohada, soñando,
soñando,
con el eclipse de nuestras visiones,
persistiendo, el aro de nuestro idilio va
encendiendo
a la fusión de nuestras integridades en el
acto;
en la serenidad de la noche a tu conciencia
llego
para que juntos forjemos ósculos y arrumacos,
y mis visores envuelvan a tu alma inquieta,
matando tus desolaciones, guardando la
efervescencia,
bello ser, que camelará toda intuición de
poeta,
si en este sosiego nocturno alimentas el fuego
de los sueños de amor nos remontaremos
al viaje perpetuo en el que hemos de amarnos,
repletos de donosura y picardías en la
aventura
por la cual hemos de eternizarnos.
Tu alma siente el escozor, tu esencia de mujer
merodea por las calles de mi recóndito
arrabal,
sin tenerme te exasperas, y cuando la noche
irrumpe, sin poseerme te intranquilizas …
mi ausencia incita a tus ojos a esbozar mi
perfil,
tu trepidante tacto simula mi silueta,
mis esencias en tus prendas viven con calidez,
sin embargo, me necesitas, injertado en tu
boya,
debes saber que también te busco,
junto a mí enarbolo tu integridad elevándote,
para sentir tu boca estrujada en el plebiscito
de un beso eterno y luego, poseerte y vibrarte
con estremecedor frenesí y así donarme…
me percibes, mi rigidez aclamas, me ofreces
el dulzor de tus humores con que me extasías,
entregándonos a esta exaltación del alma,
en esta complicidad de amores ajenos,
seremos así, amantes en la intimidad,
aun cuando alejados perdemos la cordura y la
paz.
Cotidiana confrontación de tus pareceres,
estoy y no estoy, mi aroma te exalta,
se desgarra tu corazón simulando los deleites,
sabes con certidumbre que te hago falta,
y te acosa la pesquisa, ¿somos el uno para el
otro?,
si no fuera así, las noches de arrobamiento
no tendrían patíbulo, pero en el acto enquisto
mi simiente en cada una de las urnas
de tu cuerpo, ¿crees que no me importas?
sé que me amas y por eso me apoyas,
siempre lo haces en cada levante del nuevo
sol;
si me voy, sin duda caerás en el caos …
proyectemos nuestro afán tan ferviente,
unamos nuestra dermis en la fogosidad,
sin atender los juicios de los demás,
aliviemos las dolencias con la mañana que nos
moja,
prosigamos para que seas sólo mía y no seas
una más,
para que cada vez, bello ser, dejes de ser una
extraña.
Amor eterno me prometes y yo te creo,
la expresión de tu alma esta vez es genuina,
y saberte así comprometida, me encanta
por la exaltación en la que me sumerges,
y así quiero vibrar tu espacio, con mi
sonoridad
en tus sentidos y mi dulzor en tu boca
proyectando una sobrecarga de éxtasis y
suavidad
sobre tu faz, y en tu hálito de eternidad
obtener la infusión de tu magia sin fin,
recorrer la totalidad de tu piel,
para alimentarme de las palpitaciones de tu
ser,
trastocando a tu centro, para encenderlo,
irrumpiendo a tus nocturnos e inquietos
arrebatos,
transmutándote a ti como descontrolada por mis
besos,
y comprenderás porque te amo, bella mía,
elucidarás tus pesquisas, trascendiendo los
placeres,
advertirás entonces que eres única entre las
mujeres.
Sin duda soy un adicto a los embelesos
que emergen desde tu alma y que seduce
a mis sentidos … y el efecto que propician
en mí es el afán de liberar mis voces,
gracias por este arrebato que a ambos
nos induce la avidez de compartir trocitos del
alma...
-saldremos ilesos, lo prometo que tu luz
con la mía resplandecen-.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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