Me busco en la corriente,
del río que transcurre,
como quien busca el verso,
que a su sentir se ajuste.
Me busco entre las hojas,
del libro que trasluce,
pensamientos ajenos,
que en los míos sean luces.
Busco en el subconsciente,
que mis ojos eluden,
ese faro que guíe,
lo que en mi se traduce
y una mota de polvo,
se ha interpuesto en la mente,
subyugando la idea,
al color que seduce.
Compañero que aprieta,
los lazos que me oprimen,
esos recios grilletes,
que la vida consumen.
La sombra que me sigue,
inseparable y terca,
que la vida confunde.
Busco entre los rastrojos,
ese otro yo que huye.
Busco tras los cristales,
imágenes que fluyen,
lúcidas transparencias,
apariciones múltiples.
Pero una brisa efímera,
en el aire las funde,
como volutas de humo,
que el mismo Sol consume.
Ya se desdobla el verbo,
que en sí mismo influye,
con adornos y arañas,
que al auténtico tumben.
Un versión distinta,
desconocida asume,
que dos seres en uno,
se suman y consumen.
Sobre mí mismo vuelvo,
como el pródigo hijo,
entre aplausos a veces,
otras veces contrito
y en el sentido íntimo,
donde lo cierto vive,
se despejan las luces,
que en el vivir transcurren.
Busco sin pausa el núcleo,
donde lo bueno existe.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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