En el reflejo del sol,
se esconde la ternura,
frágil criatura,
que vive entre los bálsamos,
que apaciguan y curan.
El tiempo cambió la forma,
el color y la textura
y retorció la materia,
para cambiar su estructura.
El tiempo borró las huellas,
del sendero en que se crean
y en sus pasos de gigante,
lo que forma lo recrea.
Bordó en la mirada el mundo,
con la esperanza en los ojos,
grabó en la pupila el Sol
y la Luna en la retina,
para en la luz y en la sombra,
entender lo que se mira.
Sembró la tierra de sueños
cambiando lo que se olvida.
En un átomo de luz,
se refugia la alegría,
que cabalga a contraluz,
que vive en la melodía.
Zurció con luz las tinieblas
y con la sombra la inquina.
Bañó de esplendor la faz,
para repintar la vida.
Estelas que van dejando,
los efluvios que terminan,
pero sobre ellas caminan,
nuevas esencias que pintan,
de nuevos tonos sus cuitas.
Surcos como cicatrices,
permanentemente rígidas.
Estelas son directrices,
para reordenar las vidas.
Jazmines en el jardín,
de los amores que brillan,
generoso Sol que mima,
agua que ama las semillas.
Así la luz acaricia,
regalando su energía.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario