Una grieta en el tiempo,
deshojada la nota,
febril la sinfonía,
como una gota fría,
ardiente entre los labios,
querida sombra mía.
Se revelan los sueños,
en el ocaso exhaustos,
hambrientos de reencuentros,
sin tiempo y sin consuelo.
Perdida la razón,
se van quedando hueros,
hacinados por dentro.
Un suspiro de tiempo,
grabado en la memoria,
de la noche sin nombre,
que derrotó la sombra.
Un arañazo helado,
en el rostro sin ojos,
dos negros agujeros,
donde se pierde todo.
Sintonía de alegrías,
entre sudores fría,
soportando la losa,
que conmueve la vida.
Una fisura mira,
desde la luz la aurora,
del amor escondido,
entre radiantes bocas.
Amanecer sin Luna,
aferrado a la ausencia,
de la pasión dormida.
Amor sin condiciones,
sueño que cura,
sin dobleces la luz,
sin voz las emociones,
ahítas de hermosura.
Una fosa en el tiempo,
donde el odio se acuna,
inmerso el corazón,
en la aventura,
de perder la razón.
Valiente lucha,
que acude a la pasión,
amor que cura.
Una tímida voz,
entre penumbras,
susurra una canción,
que solo el tiempo olvida.
Un remanso de amor,
que vive en la locura.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario