Mis letras se inspiran,
Bajo la tenue luz del pasillo,
Donde un caminante solitario,
Se atravesó y busco tu camino,
Pareciese cruzar el mar entero,
Con espumas o con ramas de encino,
Más bien mis letras viven para ti,
Y quieren agradecer su destino ...
Doy cuenta de ello mirando a la luna,
Siento que me entregaste un regalo divino,
Por lograr apreciar el fondo de tu mirada,
Por hacer brotar mi atrapado suspiro,
Aprendí a inspirar el deseo,
A describir el más dulce abrazo,
A dulcemente abrigarme contigo,
A saber lo importante en mi vida,
A ser lo que más he querido,
Sabes, siempre siento ese abrazo,
Que me unió en trazos finos ...
Por eso entiendo,
Que brotó del alma,
De ningún lado más,
Cada paso que dimos,
Fue verdad,
Y fue hermosamente vivido,
Con una rosa viajera,
Con un poema impreso,
Con una simple vela,
O con un beso dulce y divino ...
Aunque aquí estoy,
Y la verdad,
No conozco el siguiente paso,
No sé cómo se hace,
Volver a detener la luz de esta vela,
Porque en cada uno de los segundos,
Escucho al unísono los mismos latidos,
Como un sincronismo,
Sólo me hace sentir,
Y querer abrazarte
Besando tus labios,
Como cuando estamos juntos,
Todavía siento que estamos unidos.
Agradezco cada segundo contigo...
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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