Un álamo firme abrazará tus hombros
capaz de cortar los descuidos
sereno en su contorno,
guiado por la luz que lo gobierna
la entrada está construida por un arduo
trabajo
el tedio del tiempo abonado en destreza
la belleza no adorna solo acompaña al sendero
los ropajes solo hacen más claro lo que hay
dentro
su voz es el carácter de la claridad,
del que sabe lo que hizo y lo que hará
sin sospecha de donde se encuentra y a donde
se dirige esta catástrofe
la política aprieta su atención, las doctrinas
lo mantienen ocupado,
las conversaciones son sus túneles constantes,
el habla le abre los caminos al andar
sus inicios son su motivación los que lo pondrán
su corona cuando logre sus objetivos
puro desde su segundo cuerpo
medita entre el espacio y la mente, vuelve
lejos lo cercano
canaliza su energías amoldando el pensamiento
para seguir adelante
bautiza las mañanas dándole la bienvenida
conversa con su guía por las noche rezándole a
sus finalidades
lee los mensajes del día a día para que con
sus acciones juegue ajedrez con la rutina
necesitaras de una fuerza verdadera de
voluntad
la esencia original del continuo amanecer
el amor te limpia el sufrimiento por muy
profundo que sea el odio
el rencor la causa risa
no entiende a la humildad, sigue lo bondadoso
que crece el árbol
no ha perdido los pensamiento que le llegaban
de niño siguió sus mismas ideas
complementándose con el pasado hasta que el
hoy sea el regalo que se hizo a si mismo
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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