Aquella inolvidable noche de mi vida,
En que hice míos, la flor y su perfume,
Me sentí bogar entre plumas de ganso
Y nubes de algodón al entrar al paraíso.
Bebí ansioso el vino del sagrado cáliz,
Guardado por celosa amazona en el vértice
Profundo de su delta, donde desbordados
Se unen los ríos del amor, la pasión y la
locura.
La noche con su magia colmó de pétalos la
Habitación, entre tules y telas de seda yo
Unté a mí amada flor, con apasionada esencia
De besos y caricias tiernas en su tersa piel.
Con mi boca acallé los gemidos de la boca
De mi rosa, la luna se puso a danzar dichosa,
Presumiendo ser hada madrina del amor
Y sus caprichos, en medio de la noche.
Y me interné goloso en las aguas de su río,
Acariciando con mis dedos los húmedos
Hierbajos, que cubre la rivera donde discurren
Placenteros los orgasmos consumados.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario